Jamás usan chándal. Les gusta el negro. No son metrosexuales pero siempre van impolutamente desaliñados. Escuchan la música que tú no conoces. Desprecian las películas que te gustan y conocen la fecha de nacimiento del último premio Nadal. No les interesa la crisis, ni la meteorología, ni nada que suene vulgar. Están encantados de haberse conocido. Son políticamente incorrectos… y previsibles. Viven pendientes de la vanguardia como un operador de la bolsa. Forman camadas numerosas y distinguidas, y desde sus peñascos reparten pasteles y golosinas, sólo para paladares exquisitos. Antes muertos que sencillos. Desprecian de igual forma a la chusma por ignorante y al triunfador por vendido. Son muchos, pero forman círculos cerrados. Cada día están más estupendos... pese a la edad.
Desconocen lo efímero de su reinado.
Desconocen lo efímero de su reinado.
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