
Los ciudadanos preguntan, no quieren resignarse a saber que en el fondo no hay respuestas y se dejan hipnotizar una vez más.
Dejan la mirada perdida mientras desde el cielo y el infierno sólo se oyen ecos.
Somos las esquirlas del poder, las cobayas del dinero, las migajas en el suelo del palacio. Preguntan porque presienten que bastan las gotas de una nueva tormenta para que el gigante de pies de barro se venga abajo.
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