domingo, 27 de diciembre de 2009

Motivos para tener un blog



Tener un blog es como tener una mascota, exige un cierto grado de compromiso, de responsabilidad. Nadie te obliga, pero uno sabe que debe cumplir con la periodicidad establecida, para no defraudarse a si mismo.

Una de las cosas que más me sorprendió cuando abrí esta bitácora fue descubrir que lo escrito podía ser leído por cualquiera, de la manera más casual, o apenas ser leído por nadie. Me sorprendió, por ejemplo, que alguno de mis textos fueran copiados literalmente en una bitácora sudamericana sin el menor miramiento, que hubiera amigos que supieran de mi vida a través de mis textos, o que otras personas desconocidas se pusieran en contacto conmigo y supieran de mi existencia a través de él.

La bitácora te mantiene alerta, te obliga a escribir, se hace cada día más grande.

Tener un blog es como tener una apartamento en Internet, abierto a todo el mundo y tu responsabilidad consiste en mantenerlo bonito y limpio para las visitas.

Puedes hablar de todo, o de casi todo, eres libre, puedes ser creativo, cínico, salvaje, bohemio, científico, retrógrado, exhibicionista o cursi.

Puede servir para, por ejemplo, mandar buenos deseos a todo el mundo para el próximo año y a la vez apuntar una despedida.

viernes, 18 de diciembre de 2009

El Belén desamparado


El pasado domingo volvimos a subir a Covacha, el pico de 2400 metros de altura que se alza en la sierra de Gredos. Fue como siempre una jornada agotadora. Cada vez que que la hago me digo a mi mismo que no volveré a hacerla, pero al final repito, como un fumador arrepentido.

Este año la climatología fue más benigna que el año pasado (nos libramos por un día de las borrascas y el frío siberiano). Pudimos llegar unos cuantos, aunque también hubo sus caídas, sustos y lesiones. Es una montaña a la que hay que tener respeto, el paso de Las Azagayas es peligroso siempre.

En la cumbre coincidieron montañeros venidos de Plasencia, Navalmoral y Cáceres. Hubo momentos en los que el pico aparecía sorprendentemente poblado, en una visión que no dejaba de resultar curiosa.



Cuando emprendimos el largo descenso eché una última mirada a la montaña, que volvía a estar solitaria, inaccesible, altanera. Tenía uno la sensación extraña de que el Belén que acabábamos de dejar, quedaba entonces desamparado, desubicado de su entorno natural: de las luces, los villancicos, la fiesta. Entregado a la única y terrible compañía del viento, la nieve y el hielo.

Podéis ver más fotos aquí: http://montanerosmonfrague.es/fotos.html

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Del Software Libre


La semana pasada se celebró en mi ciudad unas jornadas sobre Software Libre. Ya sabéis que mi profesión y mi formación académica están vinculadas con el mundo de la informática. Aunque en el año y medio que lleva abierto este blog no creo haber hablado ni una sola vez de estos asuntos, entenderéis que tenga algún criterio al respecto que me gustaría compartir con vosotros.

Me llama la atención ese batiburrillo de cosas englobados bajo el nombre de Software Libre. Para muchos es sinónimo de: gratuidad, libertad, fuentes abiertas, indpendencia…

Es cierto que hay programas gratuitos que además funcionan muy bien y están muy testados, no vamos a descubrir nada a estas alturas de productos robustos y altamente recomendables como OpenOffice o navegadores como Mozilla Firefox. Pero en el ámbito empresarial esa asociación entre Software libre y gratuito, se resquebraja un tanto.

Durante los últimos meses en mi administración hemos estado envueltos en un proceso intensivo para la adquisición de un paquete de software. Como podéis entender hemos recibido propuestas de diversa índole, muchas de ellas desarrolladas en Software Libre, pues bien, curiosamente las ofertas más económicas eran las planteadas a través de empresas que ofrecían Software Propietario, a menudo las diferencias eran sustanciales, sobre todo cuando se trataba de atender el mantenimiento de las aplicaciones, en esos casos la diferencia entre unos y otros era hasta cuatro veces más caras las propuestas basadas en Software Libre, aportando similares servicios.

¿A qué puede ser debido esto? En teoría hay empresas que han desarrollado productos que se han puesto a disposición de determinadas administraciones. La Junta de Andalucía, por ejemplo, contempla un importante repositorio de recursos a disposición de quienes quieran utilizarlos. Sin embargo la adaptación de esos recursos a las necesidades particulares de las empresas resulta muy costoso y complejo.

A menudo se habla de términos como Fuentes Abiertas, para justificar una cierta sensación de libertad. En teoría hablar de fuentes abiertas es abrir la posibilidad de que cualquiera pueda tener acceso al código fuente de las aplicaciones liberadas y modificar, si se desea, su funcionamiento. Esto, que en principio para cualquier no iniciado suena muy bien, en la realidad resulta impracticable. Llevo programando profesionalmente casi quince años, e incluso para mí resulta complejo entender los programas que hice tiempo atrás, no os quiero contar la dificultad que resultaría entender centenares de páginas de código realizada por no se sabe quién, ni dónde, ni siguiendo qué metodología.

Además existe una especie de vacío alrededor de algunas plataformas desarrolladas con esta tecnología, que impide al usuario final tener un contacto directo con el grupo de desarrolladores inicial. Esto, ya de por sí, supone un hándicap importante.

En cuanto a la sensación de independencia, es decir, de no contribuir a engrandecer ningún monopolio, sigo, y que me perdonen, sin verlo claro. A mi me da igual pagar a una empresa u a otra, en cualquier proyecto que una empresa se embarque lo normal es que se produzca una cierta atadura con el proveedor de Software, ya sea libre o propietario. Lo que realmente importa para una empresa o para una administración ha de ser que las aplicaciones que se implanten estén lo suficientemente probadas como para no arriesgarse en experimentos. A otros les corresponde la labor de inspección o experimentación (tal vez a las universidades). Lógicamente si me ofrecen lo mismo o mejor y además, más barato, no digo gratis, nadie va a ser tan tonto de atarse con ninguna otra compañía, por muy importante que sea. Pero en tanto eso no pase la presencia mayoritaria y exitosa del Software Libre en las grandes empresas será más un deseo que una realidad.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Una charla inolvidable



La vida está llena de casualidades. Tengo un amigo informático, se llama Raúl Bordallo, y con él hablaba habitualmente de informática, aunque los que me conocéis sabéis perfectamente que no es, ni con mucho, de lo que más me apetezca hablar. Por temas profesionales nos estaba impartiendo un curso sobre un gestor de contenidos llamado Drupal, oscuro y enrevesado como él solo. En una de esas pausas para el café, no hablamos de informática sino de cultura y, curiosamente, resultó que él administraba una web de fomento a la lectura titulada Disfruta la lectura. También, mira por donde, hablamos de Hervás y de que él había estado alojado en el apartamento rural del hijo de uno de los escritores más conocidos de Extremadura: Víctor Chamorro. Yo le hablé de él, más tarde él habló de Víctor en su Web, y al final, entre unas cosas y otras, acabamos proponiendo a Víctor la realización de un encuentro, de una especie de entrevista, en la que me invitaron a participar.

El viernes pasado, tras concertar la cita con Teresa, su mujer, acudí solitario y puntual a Hervás, cargado con algunos aparatejos que, yo pensaba, me servirían para grabar la charla.

Aparqué junto al Ayuntamiento y enfilé su casa. Pulsé el timbre y apareció Teresa, afable y cariñosa, que me recibió con amabilidad, mientras yo depositaba mi trípode, mi cámara, mi ordenador y no se cuántos cablecitos más, en medio de la sala.

Víctor apareció al momento, sin que a mi me hubiera dado tiempo más que de esparcir el material. Le enseñé una publicación antigua, que yo poseía y que hablaba de ellos (sí, de él y de ella), les mostré mi último libro y sin más preámbulos me senté frente a la chimenea a conversar con él. Traté de conectar mi grabadora, que sólo una hora antes funcionaba a la perfección, y no pude. Traté de localizar el trípode en donde colocar mi cámara de video, pero no la encontraba por ninguna parte (y resultaba un tanto descortés ponerme a rebuscar en aquellas circunstancias). Así es que encendí la cámara, la deposité sobre una escalera, apuntando directamenet a nuestros zapatos y con el único objetivo de, al menos, servir como grabadora de sonidos.

Valiente entrevistador, pensaréis.

Al final, la charla, que yo pensaba que sería de una media hora, se alargó durante cuatro horas y media. Más de cuatro horas de intensa, inolvidable, vibrante conversación con un escritor admirable e íntegro.

Mi cámara dejó de grabar a la hora y media, pero en mi mente las palabras de Víctor Chamorro, su imagen, sus gestos, su complicidad, han quedado impresas como un privilegio más que me ha regalado la literatura, como un dulce recuerdo que espero mantener por el resto de mi vida.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Todo es mentira

Menos tu vientre,
todo es confuso.
Menos tu vientre,
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre,
todo es oculto.
Menos tu vientre,
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre,
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.

Permitidme que empiece citando los versos que Miguel Hernández dedicó a su mujer embarazada, porque hoy es uno de esos días en los que los suscribo letra por letra. No siempre me pasa, pero a veces tengo la desagradable sensación de que todo lo que me rodea está lleno de falsedad, de que lo único puro, inquebrantable y limpio (o al menos así todavía lo siento) habita en lo más próximo, en lo más íntimo, que más allá de la propia familia todo es oscuro.

Es mentira la moda, es mentira la gastronomía, es mentira el gobierno, la justicia, los reyes, la oposición, la economía. Son mentira los premios, las televisiones, los hombres enchaquetados que me visitan, las grandes frases. Miente la estadística, miente el polígrafo, miente la prensa, mienten los genios, miente la miss, miente el futbolista, mienten los blogs. Todo es mentira…

martes, 10 de noviembre de 2009

El muro de Berlín

Ayer se pasaron todo el día conmemorando la caída del muro del Berlín. Con esa excusa se desplazaron decenas de periodistas a la ciudad alemana, haciendo conexiones y programas en directo. Cada vez se está imponiendo más esta extraña moda de trasladar periodistas de un sitio para otro bajo cualquier pretexto, como si no fuera suficiente la presencia del corresponsal de turno.

Yo recuerdo bien aquel día, eran otro tiempos. Por entonces yo tenía una radio multibanda, que habíamos comprado años antes en Ceuta, desde esa radio se sintonizaban emisoras extranjeras que emitían en castellano, como Radio Praga o Radio Moscú, que dedicaba buena parte de su programación a los oyentes cubanos. Durante aquel día, en ninguna de ellas se hizo referencia a la caída del muro, como si pensaran que su silencio sería capaz de detener el torrente que se les venía encima.

Ahora cuando pienso en aquello me vienen a la memoria dos canciones que siempre me gustaron y que hoy quiero compartir con vosotros. La primera de Sabina, que se titula, precisamente, El Muro de Berlín, habla, con cierto desencanto, de lo que supuso ideológicamente esa caída, tiene un cierto toque de tristeza y decepción, cuando dice aquello de:

No habrá revolución, es el fin de la utopía, ¡que viva la bisutería!



 
La segunda canción es un tema de Gabinete Caligari, se compuso un tiempo después, tal vez cuando Boris Yeltsin se encargó de desmantelar el partido comunista ruso (PCUS) y posteriormente la Unión Soviética. La canción repite en el estribillo “quién nos guiará”, reflejando esa sensación de orfandad ideológica que nos legó el final del siglo XX y que todavía perdura.


lunes, 9 de noviembre de 2009

Trazar sobre la superficie de un lago


En el manual básico de todo escritor llamado a tocar la gloria está la obligación de huir de aquello que huela a pueblo, a popularidad, a generalidad. El sabio escritor debe ser capaz de reparar en lo oscuro, en lo raro, en lo minoritario, y a la vez contarlo a los cuatro vientos para que los demás detecten su pelaje diferenciador y así lo asuman. El escritor erudito jamás lee superventas, los rechaza de plano, los subestima, piensa, y en eso es irreductible, que son de una calidad inversamente proporcional al número de ejemplares vendidos.

Todo escritor de mirada bohemia y penetrante ha de declararse, invariablemente, de izquierdas, aunque su concepción cultural y literaria sea rabiosamente clasista, elitista y diferenciadora.

El aspirante eterno a escritor consagrado olvida que el pueblo, ése al que dice defender desde el otro lado de la barrera, necesita de la poesía para nombrar las cosas, necesita de la literatura para comprender lo que le rodea, para comprenderse a si mismo. Y busca un compromiso, y busca una palabra que, o no la entiende, porque alguien se empeña en que no debe entenderla, o se le niega.

Literatura de apariencia, de pose, efímera, poesía escrita para ser leída sólo y únicamente por poetas.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Descansa en paz, Padrino Búfalo.




Uno de los hechos que te hacen recapacitar sobre tu edad es la muerte, cada vez más frencuente, de personas que de una u otra manera, han contribuido en ser lo que uno es.

Yo no sé cuantas películas de López Vázquez he visto a lo largo de mi vida. Supongo que las suficientes como para que su imagen sea parte consustancial de mis recuerdos cinematográficos.

Creo que su figura no ha sido suficientemente valorada. El paso del tiempo y el olvido son implacables, incluso para personajes como él. Hoy el telediario abrió con las noticias de esos políticos corruptos, envueltos en sus despreciables tramas, que en poco tiempo desaparecerán de la escena, la mayoría de ellos sin pagar por sus culpas. López Vázquez, por contra, que no fue la noticia de apertura, permanecerá como el reflejo permanente de una época extraña, de unas generaciones que trataron de dar color a las gris posguerra, de un conjunto de actores inolvidables como Fernán Gómez, Paco Rabal, Pepe Isbert, Tony Leblanc, Luis Escobar, Alfredo Landa... que poco a poco se van marchando.

Descansa en paz, Padrino Búfalo.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Los viajes de Lucas Ventura



Hoy hemos presentado mi libro “Los Viajes de Lucas Ventura”, en la Biblioteca Pública de Cáceres, llevaba ya bastante tiempo esperando a que llegara este día. Primero me avisaron de que sería allá por el mes de Marzo, luego en la feria del libro, luego a finales de junio, más tarde antes del día de Extremadura, después del día de Extremadura… y por fin ha sido hoy. El problema consistía en primer lugar en que debía llegar mi turno, y en segundo lugar en que el libro iba a ser presentado por la Consejera de Cultura, Leonor Flores, y en la agenda de Leonor resulta difícil encontrar un hueco.


No soy una persona nerviosa, pero siempre da respeto enfrentarse a un acto así. Lo he intentado llevar muy preparado y creo que los asistentes han salido contentos, yo al menos he salido satisfecho, que ya es bastante. Me acompañaron en la mesa Luis Sáez, el Director de la Editora Regional de Extremadura y Leonor Flores, a la que yo conocía personalmente de la época en la que era concejala de Izquierda Unida en el Consistorio cacereño.

¡Leonor se había leído el libro! Normalmente en muchos de estos actos los políticos se presentan con el texto escrito por alguien y se limitan a leer la chuleta de mejor o peor manera. Pero hoy la consejera sí se había leído el libro, y me ha hecho mucha ilusión comprobarlo. Ha sido un buen gesto por su parte, como también el que haya accedido a acompañarme en el acto. Se lo agradezco públicamente.

No me ha parecido que vinieran muchos medios. Incluso diría que en la presentación de mi anterior libro, en el Ayuntamiento, hubo más periodistas. Hoy estaban los justos, aunque si os soy sincero no eché en falta a nadie más. A lo mejor es que la sala de hoy, al ser más grande, daba una sensación de mayor desamparo y en el Ayuntamiento estábamos como más concentrados.

Mañana saldrán algunas reseñas en la prensa. También eso me da miedo, desde que existen los comentarios en los periódicos uno está expuesto a que cualquier te ponga a caer de un burro y se quede tan pancho. Son varios los ejemplos de colegas míos que han acabado en semejante pose. Confiemos en la educación y la buena fe de los que me comenten, si es que comentan algo.

Por cierto, creo que ya es hora de que os presente la bitácora que he estado escribiendo sobre mi libro. Ha sido un trabajo duro que a veces me ha impedido participar en el mirador tanto como hubiera deseado, pero el resultado creo que ha merecido la pena.

Echadle un vistazo, si queréis, en la siguiente página.

viernes, 16 de octubre de 2009

He tenido la Gripe A



Pues sí, camaradas, los que han sobrevivido a la gripe A os saludan.

La semana pasada, mi hijo se puso enfermo, le dolía la cabeza, estaba malhumorado, cansado, con fiebre, tos y mocos. No le afectó demasiado, estuvo unos 5 días malo y ni siquiera le llevamos al médico (craso error, de haber sospechado su origen no deberíamos haberle llevado a clase, donde, por cierto había bastantes niños con los mismos síntomas). Coincidió su mejoría con el empeoramiento de mi hija: dos días de fiebres altas y tos, dolor de cabeza y dolor en el pecho (ella nos decía, “me duele aquí, en el corazón”). A mi hija sí la llevamos al médico el pasado martes y, para mi sorpresa, la médica lejos de decirme que se trataba de un virus normal, y que no le diéramos mucha importancia, me comentó que la tuviésemos aislada y sin ir al colegio por lo menos hasta dos días después de que no presentase síntomas. A mi no se me había pasado por la cabeza que tuviera nada raro y le pregunté ¿pero, no me irá a decir que tiene la Gripe A?, a lo que me contestó que ellos no hacían ya pruebas de ese tipo, ni le ponían apellido a la enfermedad, pero que, cumpliendo el protocolo establecido, debían tratarla como si la tuviera.

Ese mismo día, yo empecé a encontrarme mal, destemplado y apagado. Conforme las horas fueron pasando, me empezaron a doler las articulaciones, a subir la fiebre y me entró una molesta tos. Por la noche ya superaba los 38 grados y pasé la típica y horrible noche de fiebre. Al día siguiente me notaba muy machacado, me costaba incluso caminar desde el pasillo a la cocina. Durante todo el día estuve igual, con mucha fiebre, aunque pasé la noche un poco mejor que la anterior. Ayer jueves fui al médico (no me habían podido dar cita antes). Habían pasado dos días desde los primeros síntomas y me encontraba mejor. Cuando entré en el Centro de Salud me fije que estaba lleno de carteles alusivos a la Gripe A, en uno de ellos se podía leer: “Si presiente que tiene la Gripe A, pida una mascarilla en recepción”. Una vez en la consulta, le expliqué a mi médica los síntomas y me revisaron a fondo, al finalizar me dijeron: “Mire, tiene usted la gripe, y en la fecha en la que estamos la única gripe que está activa es la gripe A, pero mantenga la calma, es una gripe que en la inmensa mayoría de los casos transcurre con una sintomatología leve, no obstante, al tratarse de una enfermedad muy contagiosa, deberá permanecer en casa y cuando salga a la calle llevará una mascarilla que le vamos a proporcionar”. De manera que me colocaron allí mismo la mascarilla y llamaron a un celador para que me acompañara a la zona administrativa y me gestionaran la cita del alta. Teníais que ver la cara con la que las personas del centro de salud me miraban, me sentía como un apestado, no me considero muy vergonzoso, pero fue una situación de lo más desagradable.

Hoy viernes estoy mucho mejor, he dormido sin problemas, no tengo fiebre ni tos. Sólo la resaca normal de haber pasado fiebre, pero nada más.

Mis conclusiones son las siguientes. Después de tanta publicidad como se le ha dado a esta enfermedad, uno siente cierto miedo al contraerla. Las respuestas de los amigos, compañeros y familiares, cuando les comentaba mi situación eran poco menos que de terror. Y no hay para tanto.

Mi experiencia, que coincide con la de otras personas que han padecido la enfermedad, es que se trata de una gripe como otra cualquiera, fiebre alta, malestar y dolor de huesos, una gripe que los niños la toleran mejor que los adultos. Lo que me ha llamado la atención es que viene acompañada de una tos fuerte, muy fuerte, improductiva y muy “agarrada” al pecho. Una tos casi dolorosa, que provocaba cierta sensación de ahogo. Creo que por ahí van los tiros de su peligrosidad. Si alguien posee problemas respiratorios se pueden ver agravados por la Gripe A. En mi caso, traté la fiebre con ibuprofeno y la tos con un antitusivo espectorante. También tengo la sensación de que es un tipo de gripe bastante contagiosa (aunque mi mujer, hasta hora, crucemos los dedos, no la ha padecido) y que por eso conviene quedarse el mayor tiempo posible en casa. Otra reflexión que hago es que si, durante las próximas semanas, se producen muchos contagios, el mero proceso de solicitar las bajas y el alta, pueden colapsar los centros hospitalarios. A mi me han citado para darme el alta seis días después de presentar los síntomas.

Una vez más se demuestra el grado de manipulación al que estamos sometidos. Los datos actuales demuestran que esta gripe es seis veces menos mortal que la Gripe común, la de todos los años. No obstante se ha declarado la pandemia mundial, se han comprado toneladas de Tamiflú, se está preparando una delicada vacunación mayoritaria y, sobre todo, se ha generado un estado de pánico general. Existen demasiados puntos oscuros en todo esto, me da la sensación de que, una vez más, alguien nos está tomando el pelo.

Para terminar os recomiendo mucho que visionéis este video, bastante aclaratorio de todo lo relacionado con la gripe A y su vacuna.

Salud para todos.


lunes, 5 de octubre de 2009

Periódicos viejos

Hay cosas que a uno no dejan de sorprenderle. La independencia de los medios de comunicación es una de ellas. Supuestamente el periodista trabaja en libertad, atendiendo sólo a criterios informativos o, en su defecto, criticando en aras del interés general. Pero todo el mundo sabe que esos buenos propósitos están fabricados sólo para aparecer en los libros de estilo. La llamada “línea editorial” no es más que una forma de encubrir una especie de sometimiento, a menudo sutil, a veces grosero, a un determinado poder político o económico. Lo hemos visto recientemente en un periódico de tanto prestigio como “El País” que de repente ha pasado de ejercer de trinchera socialista, a cruel azote del gobierno. Y no por un exceso de celo profesional, ni por contribuir a mejorar la crisis en la que estamos sumidos; el motivo, parece ser, es algo menos romántico, más ordinario: la no concesión de ciertas licencias relacionadas con la TDT de pago. No me la concedes después de lo que he hecho por ti, pues donde antes había flores ahora habrá palos.

Nada, no obstante, que a estas alturas nos pudiera sorprender.

El periódico ABC ha puesto en funcionamiento un servicio gratuito de un valor monumental. Su inmensa hemeroteca puede ser consultada fácilmente desde la siguiente página: http://hemeroteca.abc.es/

Y para mí, que soy coleccionista de periódicos antiguos, este descubrimiento me parece un auténtico tesoro. En cuanto pude, consulté la edición que se refería al día de mi cumpleaños, sin encontrar ningún suceso destacable. Luego me puse a curiosear en otras fechas bastante más convulsas. Por ejemplo, me llamaba la atención consultar el primer periódico posterior al alzamiento armado de 1936. La primera referencia, la encuentro en la edición del 25 de Julio (la guerra civil, como todos sabéis, se inició el 18 de Julio). La podéis ver pulsando aquí. En ella se habla de la adhesión inquebrantable del periódico a la República y al gobierno elegido por los ciudadanos, se tilda de traidores a personajes como Franco o Mola, y se declara lo que ellos llaman “Segunda Guerra de la Independencia.”

Pero amigos, si acudimos al periódico del 1 de Abril de 1939 (fecha oficial de finalización de la contienda), nos encontramos con la misma cabecera, pero ahora el contenido es muy diferente: los republicanos se han convertido en rojos, los traidores, en gloriosos caudillos y la segunda guerra de la independencia, en la “gloriosa cruzada contra los rojos”.

Entiendo que para el desorientado subscriptor del ABC estos cambios de rumbo debían mantenerle, ciertamente, perplejo.

domingo, 27 de septiembre de 2009

¡Ponte el casco, no seas bruto!


Pues eso. Tengo moto desde hace más de 15 años, los últimos cuatro una Kawasaki de 500cc que pesa casi tres veces más de lo que peso yo. Aún así, reconozco que no soy un apasionado de las dos ruedas, e incluso que, con el paso de los años, cada vez encuentro más peligrosa su conducción. Y eso que no suelo correr y que intento ser lo más prudente posible. Ni qué decir tiene que tengo un buen casco y que siempre lo llevo bien sujeto. Me parece una temeridad y una solemne tontería no llevar casco, o llevar un mal casco, o no llevarlo convenientemente atado, o llevar un casco con el único objetivo de evitar una multa.

No es cuestión de rebeldía, el casco te puede salvar la vida y para ser rebelde hay mil causas más interesentes por las que apostar.

Digo todo esto porque ayer salí con mi hijo a montar en bicicleta, pretendíamos dar una vuelta alrededor de la Ronda Norte de mi ciudad que, para los que no seáis de Cáceres, es un carril-bici de algo más de doce kilómetros de longitud. Cuando íbamos por la mitad del recorrido, al bajar una cuesta, un bolardo de los que se utilizan para evitar que circulen coches por el carril, se cruzó en el camino de mi hijo, que no lo vio y saltó por lo aires como una marioneta. Pude ver como caía. Cuando llegué hasta él, sangraba por la cara, por el hombro y por las rodillas. Traté de tranquilizarle y de tranquilizarme, llamé a mi suegro y juntos nos fuimos al hospital. Afortunadamente todo, como se suele decir, quedó en un susto. Hoy se levantó con un raspón bastante feo en la mejilla y el cuerpo dolorido y magullado. Hay una imagen, no obstante, que no se me va de la cabeza: el casco, su pequeño casco azul de bicicleta, con pegatinas de tiburones, estaba roto y presentaba un fuerte golpe en el frontal. No quiero ni pensar lo que hubiera pasado si mi hijo no lo hubiera llevado puesto. Por eso, como homenaje a ese bendito casco que protegió su cabeza, lanzo esta entrada a mi mirador, como recordatorio de lo frágiles que somos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Política mente




Me opongo porque sí, porque lo dices tú que eres del otro partido. Si lo dijera mi partido estaría a favor, independientemente de lo que pensara. Soy político, me va la vida en ello: las cenas, los viajes, las dietas, las influencias... Salgo con mi mujer y parezco un marqués, algunos me saludan por la calle, noto como los vecinos me sonríen (aunque a mis espaldas me calumnien), me piden consejo, me escuchan, me hacen sentir importante mientras les hablo.

No haré nada que vaya contra mi propio destino, seré cauto, permaneceré impávido hasta salir en la foto. En todas las fotos. Si mejorando mi interés se mejora el interés general, me alegraré, pero no será condición necesaria.

Por las mañanas, mientras me ajusto el nudo de la corbata, sonreiré pensando en ti. Me gusta saber que eres ingenuo.

¿La ideología, La democracia? ¿De qué diablos hablas?… Esto siempre ha sido así.

No hay esperanza.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Un año ya

Sí, hoy hace un año que, con toda la ilusión del mundo, agarré mi moto, mi novela, cuidadosamente encuadernada con canutillos, y me acerqué a Mérida.
El día estaba medio lluvioso, hacía algo de frío. El editor, Álvaro Valverde, con quien había concertado la entrevista, me esperaba en la sede de la Editora Regional. Aparqué la moto frente a una tienda de ropa y busqué el edificio que me indicaron. No me resultó fácil.
Nunca me consideré un tipo nervioso, pero mentiría si no dijera que me castañeaban los dientes cuando entré en la recepción.
Álvaro fue muy amable y cercano conmigo, más de lo que imaginaba. Uno está habituado a las distancias que se interponen desde los balcones de la intelectualidad y a veces se coloca el parche antes de la herida. En este caso no hubo lugar. Cuando le estreché la mano al irme, ya cargado de optimismo, no imaginaba, ni creo que lo imaginara él, que sólo unos días más tardes sería apartado de su cargo por razones que a mi se me escapan.
Un año después, en vísperas de presentar mi libro en sociedad, tengo sentimientos encontrados, como si la felicidad y el miedo, la confianza y la responsabilidad se entremezclaran en mi mente hasta hacerla bullir. Y eso me cansa.
Invitado con el objetivo de hacer una especie de promoción previa, esta noche he acudido a la entrega de los premios Extremadura a la creación. Hacía mucho tiempo que no acudía a un acto de este tipo, donde suele abundar mucho más la presencia de políticos que la de verdaderos creadores artísticos (más necesitados de sosiego, de soledad y silencios).
No obstante me parece necesario que desde la comunidad se premie a figuras que han trabajado por mejorar nuestra cultura. Este es el caso de José Miguel Santiago Castelo, subdirector de ABC y alguien que desde su atalaya no duda en promocionar todo lo que tenga que ver con Extremadura. Tuve oportunidad de agradecerle la reseña de mi novela que apareció en su periódico hace unos días y sus palabras de aliento. Me encantó además escuchar al escritor portugués Antonio Lobo Antunes improvisar un discurso, breve pero cargado de sensibilidad, con el que dio las gracias.
Fue también interesante el discurso de Guillermo Fernández Vara, el Presidente de la Junta de Extremadura, hablando de la necesidad de potenciar nuestros valores como pueblo, para intentar construir una sociedad que, sino rica en dinero, al menos lo sea en cultura. Amén. Bonito consuelo, ser pobres pero cultos. Que conste que no es una mala inversión. Esperemos que las palabras no se las lleve el viento.

sábado, 22 de agosto de 2009

El paladar maleducado

I don't drink coffee, I drink tea my dear, decía sting en una de sus canciones más conocidas. Emulando al famoso Englishman yo nunca bebo café, solo te. Y no lo hago por esnobismo, ni por hacerme el interesante, simplemente me pasa que tengo un paladar poco educado.
No me gusta la cerveza, ni el vino, ni el whisky, ni el café… soy un bebedor analfabeto. Y bien que me pesa. Hace poco, en mi viaje a Escocia, visitamos alguna destilería y recuerdo especialmente el deleite con el que el orondo guía nos relataba cada uno de los diferentes tipos de licor que se almacenaban. No era difícil imaginarle sentado frente a su chimenea releyendo el periódico con uno de aquellos whiskys en su mano, mientras la lluvia arreciaba fuera. A mi nunca me pasará eso, y lo digo con nostalgia.
La culpa, no obstante, no es más que mía. Me rendí demasiado pronto a esos sabores y ahora…, si acudo con mi mujer a un restaurante no se me ocurre pedir otra cosa mejor que agua. Si me regalan botellas caras, yo las malgasto cocinando algún pescado, si con algún amigote tengo que aceptar la consabida caña, oculto con disimulo el desagrado que me provoca su amargor y si me invitan a un café siempre tengo que dar la nota pidiendo que me pongan un te.
¿Qué le voy a hacer? Intentaré enmendarme, aunque uno empieza a sentirse ya mayor para cambiar determinados hábitos.
Hablando de hacerme mayor, recuerdo que en la época en que se rodó el video de la canción de Sting con la que iniciaba la entrada, mi madre me hizo un guardapolvo negro (en aquella época las madres sabían hacer de todo), que se parecía mucho al que lleva el protagonista y con el que pasé la Navidad en Madrid. Recuerdo que el viaje duró casi 6 horas, en un tren que repartía el correo por cada una de las estaciones que llevaban a la capital. Veis, pidiendo en un bar no, pero caminando por el Paseo del Prado con aquel guardapolvo negro, me recuerdo de lo más moderno.
Por cierto, el saxo alto que acompaña la canción y el toque de jazz me parecen insuperables.

martes, 18 de agosto de 2009

Un atardecer


Hoy hemos regresado de vacaciones. De nuevo confiaba en tener Internet para conectarme a mi blog, pero no ha sido posible. A cambio he tenido la oportunidad de leer en calma y de alejarme por unos días de las teclas y el brillo de una pantalla.

Hemos viajado al Algarve portugués. A veces sucede que te esperas algo bueno de algún sitio y te defraudas, pero en otras ocasiones sucede lo contrario. Éste es el caso. Llegado el verano mi mente sólo piensa en el norte. Llevo mal el calor, llevo mal la rutina del paisaje seco y amarillo de mi tierra durante estos meses. Y tampoco me han atraído nunca las playas abarrotadas del Sur. Pero me equivoqué, el Algarve es hermoso, no es verde, ni desborda esa melancolía portuguesa que inunda las ciudades de un tono y un olor tan especial, pero sus gentes tienen el mismo carácter humilde y abierto del resto del país.

Hace poco leí una encuesta en la que se decía que algunos portugueses estarían interesados en pertenecer a España. Es curioso porque yo he pensado muchas veces lo contrario, que no me hubiera importado haber nacido en Portugal, me identifico mucho más con ellos que con otras regiones. Me gusta su idioma (creo que sus locutores de radio son los mejores del mundo) y presumo de no andar escaso de lo que ellos llaman “saudade”.

Hablando de saudade, durante estos días de vacaciones lo pensé a menudo, mis hijos tienen actualmente 9 y 6 años, junto con mi mujer formamos un bloque familiar de lo más compacto, nosotros actuamos de jefes de la manada, mientras nuestros hijos se dejan guiar, correteando continuamente a nuestro alrededor. Ayer mismo, en la playa, persiguiendo sus pies por la arena, jugueteando, arrastrado por sus risas interminables, sentía que aquello que me pasaba era lo más parecido a la felicidad. Lejos de obligaciones, de enfermedades, de tristezas… sólo sus risas, sus besos, mis mordiscos… comprenderéis si os digo que me hubiera encantado parar el tiempo en ese instante, impedir que los años fueran envejeciendo mis pasos y alejando a mis hijos hacía su propio destino, entenderéis que os diga que lo hubiera dado todo porque aquel atardecer durara para siempre.

sábado, 25 de julio de 2009

Coupe de Soupe


Nos es que me guste planchar, ¿a quien le puede gustar planchar? Pero no es de las labores domésticas que más me desagrada. Mientras lo hago, entre planchado y planchado, a veces se me descoca la imaginación y me lo paso en grande. Otras veces aprovecho para reencontrarme con aquellos discos antiguos que ya apenas oigo, devorados por la furia insaciable de las novedades, cada vez más efímeras.

Hoy he escuchado a Coupe de Soupe, un grupo memorable para muchos cacereños de mi generación.

No es fácil saber cuando uno pasa de la infancia a la adolescencia, pero yo creo determinar de manera tajante cuando dejé de ser adolescente. Rompí con las amistades de mi infancia y me abracé a las amistades de mi instituto a partir de una excursión que se organizó en la semana santa de 1987. La banda sonora de aquel viaje loco, casi salvaje, fue un viejo casete que el conductor reponía una y otra vez. El disco tenía el extraño nombre de "Sonetos Amorosos Portugueses".

Por entonces la llamada movida madrileña estaba en pleno apogeo y sus sacudidas se hacían notar incluso por estas tierras. Coupe de Soupe era un grupo moderno, la voz de su cantante tenía ese toque bandarra que lo hacía singular y diferente, sus estribillos eran originales y pegadizos, incluso a día de hoy me siguen pareciendo una banda moderna, merecían haber tenido mucha más repercusión de la que tuvieron. Todavía me sorprendo cantando cada canción, como si las conociera de toda la vida, como si aquellos botellones quinceañeros en la plaza de Santiago, junto al bar La Chicha, aún se estuvieran produciendo.

La movida cacereña, los sansones del Extremeño, las copas en San Blas, la Gata Flora, El Campesino, La Furriona, El Capitol, el Duque, el Botellón en la plaza, La Madrila… qué se yo… la juventud en fin. Supongo que ahora los jóvenes cacereños tendrán sus lugares de diversión, no quiero pecar de creer que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero a veces, paseando por la otrora bulliciosa Plaza Mayor, no puedo evitar pensar que ya nada es lo que era.

Hace unos años, tal vez 5 o 6, Coupe de Soupe se reunió en el Gran Teatro para dar un último concierto, por aquel entonces yo hacía la crónica cultural de la Revista Alcántara y tenía un pase de prensa que me permitía acudir a todas las actuaciones del Gran Teatro. Cuando quise entrar, como otras veces, el maldito revisor de las entradas no me permitió el paso, no tenía ninguna razón para hacerlo y a esas horas era ya imposible conseguir una entrada, por lo que me quedé en la calle. Nunca se lo perdonaré a aquel tipo huraño y malencarado. Me robó la oportunidad de reencontrarme con aquel aprendiz de jovenzuelo que un día fui, cantando por la Plaza de Santiago: ¡Mira la Iglesia se mueve!

lunes, 6 de julio de 2009

Dar la vuelta al mundo


Una de las características que definen el envejecimiento del espíritu es que perdemos nuestra capacidad de asombro. Por eso, siempre es reconfortante encontrarse con personas capaces de romper con lo establecido y que se dejan llevar por los sueños… hasta cumplirlos.

Durante nuestra estancia en Escocia, tuvimos la suerte de compartir algunas horas con una familia española que se encontraba, desde hace casi un año, realizando un viaje alrededor del mundo.

Y no se trataba de ninguna familia acaudalada y caprichosa, ni tampoco de una familia circense, ni hippy, ni underground, ni atolondrada. Era una familia normal. Un matrimonio relativamente joven, con dos hijas de 10 y 8 años, que habían comprendido la suerte de estar vivos en un mundo lleno de tantas posibilidades, de tantas cosas por ver, a menudo hermosas, como éste. Y llevaban 11 meses recorriéndolo: Estados Unidos, Centro América, Nueva Zelanda, Nepal, Sudáfrica, Argentina, Chile, La India, Australia, Japón, Escocia, Egipto… Su historia, su planteamiento y su itinerario podéis seguirlo desde su página web: http://www.nuestravueltaalmundo.com/

Yo se que un viaje de esas características, sobre todo con niños, lleva aparejado un coste, un peaje, un riesgo, que a muchos les puede resultar inasumible, como una gran locura, como un gesto inconsciente, casi egoísta. Pero cuando hablaba con Luis, cuando miraba a sus hijas, cuando me contaba el origen de su sueño, su determinación y su optimismo, todos los inconvenientes y nubarrones que yo mismo veía, desde este lado de Matrix, como él lo llamaba, se iban diluyendo, y en mi cabeza no dejaba de rondar aquella vieja frase que decía: Mejor morir que perder la vida.


sábado, 20 de junio de 2009

Buscando asombros.


A cada persona le asombra lo que desconoce. A mi no me sorprenden las ciudades medievales, a mi me sorprenden los acantilados. No me sorprenden los mares de encinas, sino las montañas verdes que desembocan en el mar. No me impresionan las cigüeñas, pero mi mirada se va tras cualquier gaviota. Por eso, porque somos animales de costumbres, las vacaciones han de servir de escape, recorrer lugares extraños, costumbres nuevas, paisajes distintos. No quiero una playa repleta de turistas, quiero una playa solitaria, en la que desemboque un río tímido y claro, y que el color verde, a pesar de estar en verano, inunde el horizonte, más allá de mi vista.

Mañana volamos hacia Escocia. Ya os contaré a la vuelta.


jueves, 4 de junio de 2009

El más débil


Hay circunstancias que son demasiado terribles y complejas, como para ser tratadas alegremente en un blog como éste. El aborto es una de ellas. Cada persona, cada momento, cada circunstancia es un mundo, y es una realidad demasiado dura para el que ha de soportarla como para frivolizar con ella. Sólo quiero compartir la incomprensión que me produce que los partidos de izquierda, desde siempre, defiendan el aborto como un derecho de la mujer, como un símbolo de su progreso y de su libertad. A mí siempre me ha gustado apoyar al débil, juntarme con el desfavorecido y alejarme del poderoso; por eso siempre he pensado que mi ideología debería corresponderse con partidos que defiendan precisamente esos valores. De ahí la contradicción, yo pienso que en el aborto el ser más débil es, precisamente, el que no ha podido nacer.

lunes, 25 de mayo de 2009

Los uruguayos.

Ya sé que se dice de ellos que, como los argentinos, hablan demasiado, filosofan demasiado, embaucan demasiado. Pero qué les voy a decir, a mi los uruguayos me caen bien. Comenté en alguna ocasión que uno de mis cantores de cabecera es Alfredo Zitarrosa, uruguayo que durante un tiempo vivió exiliado en España y cuyas canciones, para que suenen bien, han de ser cantadas desde más allá de las propias entrañas. También es conocido por quienes me rodean, mi admiración por Mario Benedetti, desgraciadamente fallecido la semana pasada, y uno de los poetas y autores de cuentos más influyentes para los de mi generación. Recuerdo la fascinación con la que vimos, un grupo de poetas al que por entonces yo pertenecía, la película “El lado oscuro del corazón”, de Eliseo Subiela, en la que aparecían algunos poemas de Benedetti (uno de ellos recitados por él mismo, si no recuerdo mal en perfecto alemán) y de Oliverio Girondo, que terminamos por aprender y recitar de memoria. Descanse en paz el viejo maestro. Hace dos años, durante un viaje a Galicia, coincidí en la playa con un hombre mayor que se ganaba la vida alquilando barcas de pedales por la playa, aquel tipo era uruguayo, para mí razón suficiente para entablar conversación con él, si por conversación se entiende su monólogo vital que hacía palidecer y perder cualquier atisbo de importancia a mi propia existencia. Todo lo que yo trataba de contar, resultaba anodino al lado de las peripecias que había vivido aquel hombre. En cuanto aparecía por la playa, allá estaba yo para escucharle hablar. Para rematar la entrada diré que llevo toda la semana con una canción de esas que uno no es capaz de sacársela de la cabeza. Como ustedes bien imaginan, es de un autor uruguayo, solo seis años mayor que yo (como pasa el tiempo). Se llama Jorge Drexler, para muchos uno de los mejores cantautores actuales, los que no lo conozcan, por favor, no dejen de escucharlo.



martes, 12 de mayo de 2009

Hasta siempre, Antonio.


La música ha estado siempre presente a lo largo de mi vida, de una manera estrecha ha ido adornando cada uno de los pasos que he recorrido. Igual que con el olor, la música tiene la capacidad de remontar los recuerdos a lugares, a personas y a momentos que he vivido.

Hoy ha muerto Antonio Vega, ese cantante que arrastraba tras de si las hojas de la nostalgia, caminando con su guitarra en una mano y la muerte en la otra.

No era demasiado fan de Nacha Pop, pero recuerdo, allá por el año 1991 un concierto en Radio 3 de Antonio Vega, que grabé en mi viejo casete y que fue un absoluto descubrimiento. Aún no había sacado su primer disco en solitario y aquellas canciones inéditas me acompañaron intensamente durante muchos meses, con el regusto añadido de paladear lo desconocido; nunca me gustaron las canciones manoseadas.

Aquellos meses concerté con la que ahora es mi mujer, una de nuestras primeras citas. Para ella yo era entonces aquel chico alto que le había prestado una bolsa repleta de cintas de música, hasta el punto de que me llamaba: “el chico de las cintas”. Mi objetivo era enamorarla musicalmente, y organicé un viaje con el coche de mi padre, al lugar que, por aquel entonces, me resultaba más fascinante: la ciudad de Marvao, en Portugal.

Ella no iba suficientemente segura, por lo que se hizo acompañar de una de sus mejores amigas, y así marchamos los tres, una mañana de sábado, hacia las tierras del Alentejo con mis cintas de casete resonando en el viejo coche y reservando, para el momento adecuado, aquella grabación de Antonio Vega.

Aquel viaje no resultó tan especial como yo hubiera deseado, tardaría aún años en convencer, a aquella chica morena y tremendamente guapa, de que se convirtiera en mi mujer.

Entre medias, aún tuvimos la oportunidad de acudir juntos al Gran Teatro, a ver a aquel cantante desmejorado y frágil, acariciando su guitarra como un ángel triste.

Hoy, cuando me enteré de la muerte de Antonio Vega, sentí de verdad un escalofrío, y un nudo en la garganta. De repente empezó a resonar en mi cabeza una canción suya, y pude ver mi imagen, en aquel Kadett gris oscuro de mi padre, repleta mi cabeza de pájaros y de ilusiones, camino de Portugal junto a aquellas dos chicas… de ayer.

Y lloré.



lunes, 4 de mayo de 2009

Cosas intrascendentes


Hoy mi hijo ha cumplido 9 años. Me parece mentira lo pronto que pasa el tiempo, hace pocos años no era más que un bebé rubio y sonriente, que ocupaba el espacio entre mi mentón y mi ombligo, ahora…

Mi hijo nació cuando yo tenía 29 años. Lo suficiente como para tener todavía mi propia infancia muy presente. Por eso me sorprende ver que muchas de las cosas que yo hacía de niño ya no se hacen. Eso de estar todo el día en la calle, jugar al fútbol en la carretera, cazar tarántulas, encender hogueras, jugar a los bolindres, a las chapas… parecen asuntos de otro tiempo. No digo que mi infancia fuera mejor ni peor, lo que digo es que era distinta.

La figura del padre, por ejemplo. Yo apenas recuerdo jugar con mi padre de pequeño, es más, apenas recuerdo a ningún padre jugando con sus hijos por la calle. Ahora los padres nos hemos transformado en muchos casos en un amigo más de nuestros hijos. Salimos a montar en bicicleta juntos, jugamos al fútbol juntos y hacemos aventuras juntos. No me quejo, he de decir que lo pasamos fenomenal, sólo constato la diferencia.

Hoy, sin ir más lejos, hemos estado en el pueblo de mi mujer. En una pared de piedra se escondían decenas de arañas, de esas que realizan sus nidos en las oquedades. Cuando yo era pequeño nos divertíamos arrojando hormigas a esos agujeros, hasta que la araña salía y en un movimiento rapidísimo, cazaba a la hormiga y se la llevaba hacia dentro (otras veces colocábamos petardos para ver que pasaba). Me dí cuenta de que mi hijo, en sus nueve años, nunca había presenciado semejante ritual y le llamé. Cogimos una hormiga del suelo y la depositamos en la red de la araña. En un momento salió el terrible insecto y se apoderó de la hormiga. Tanto mi hijo, como mi hija que también andaba por allí, se quedaron con la boca abierta.

Sé que es un relato intrascendente, pero para mí el paso del tiempo siempre es un motivo de asombro. Cuando mis hijos echaron a correr para contarles a todos lo que había pasado, yo me sorprendí a mi mismo apesadumbrado por haber cometido la crueldad de poner al alcance de aquella araña, a la indefensa hormiga. Cuando era niño este pensamiento ni se me hubiera pasado por la cabeza.

domingo, 26 de abril de 2009

Justificando ausencias

Pido disculpas por las dos semanas que he estado ausente de mi bitácora. Cuando lo inicié, allá por agosto del año pasado, me planteaba un mínimo de una entrada semanal, esta semana no he podido cumplir como Dios manda. Sin que sirva de excusa debo decir que he tenido una semana de lo más atareado. Recibí el lunes pasado las penúltimas (nunca se puede decir últimas) correcciones de mi libro. Se acerca el momento de la edición y es necesario dejar todos los cabos atados. Me duelen los ojos de tanto releer.

Esta semana se está celebrando la feria del libro en mi ciudad. Es verdad que Cáceres a partir de ahora encadena una serie de semanas en la que la ciudad bulle culturalmente. Lástima que el resto del año, ocurra lo contrario.

La primera vez que hablé con mi editor, nos planteábamos realizar la presentación del libro en la feria, es evidente que no hemos llegado a tiempo. No me importa, creo que presentar un libro que todavía nadie ha leído no es la mejor forma de acercarse al público. Otra cosa es que el libro o el autor ya tenga un recorrido largo. El jueves asistí a la presentación de “El caballero de Alcántara”, se Sánchez Adalid, me asustó contemplar la gran cantidad de público que arrastra este magnífico escritor. Me gustó su forma de expresarse y la tranquilidad con la que exponía sus ideas. Era claro, conciso, brillante y breve. Un buen maestro.

Por si fuera poco me adentré en la realización de un nuevo blog, esta vez un blog familiar (tengo 18 primos) y privado, en el que aportar las fotografías, historias y leyendas de mi familia paterna. He de decir que ha sido todo un éxito, creo que en una semana ha tenido más acceso que el mío en meses.

Pero qué quieren que les diga: “El mirador de Jaralunas”, aunque sea un mirador solitario, sigue siendo mi mirador.

martes, 14 de abril de 2009

No soy monárquico

Para mí éste es un asunto claro desde la adolescencia. Hay otros planteamientos que el paso de los años ha ido modelando en mi conciencia, pero desde luego no el asunto de la monarquía. Porque yo no soy monárquico, no lo he sido nunca. No tengo simpatías hacia el Rey Juan Carlos, no sobrevaloro su figura, ni su forma de acceder al cargo, ni su formación, ni la trascendencia de sus actos durante las tres décadas largas de democracia. Creo que en una sociedad moderna no tiene cabida la figura de un monarca. Creo que carece de sentido pensar que una cualidad pueda ser heredada de una generación a otra. No dudo de la formación del príncipe Felipe, ni de sus buenas intenciones, lo que no comparto es que aunque no tuviera esa formación, ni esas buenas intenciones, sería igualmente el heredero de la corona, es decir el futuro Jefe del Estado. Eso sería inasumible en cualquier otro ámbito social, empresarial o político.

Los reyes antiguos, que capitaneaban las tropas, tomaban decisiones transcendentales y se jugaban su cargo, o incluso su vida, en cada una de ellas, eran otra cosa. Algo más parecido a un héroe. Pero éstos que vinieron después, en poco se parecían a sus antecesores y no en pocas ocasiones vendieron a la patria por permanecer en el trono.

No creo en los privilegios de cuna, creo que todos los individuos que nacen han de tener los mismos derechos, y que debe ascender aquel que tenga más cualidades y lo merezca. La historia está repleta de ejemplos que destruyen el mito de los linajes, me resulta anacrónico plantear la antigüedad de las familias, o la pureza de la sangre. Todos somos igual de antiguos y nuestra sangre es una mezcla de muchas sangres, afortunadamente.

El heredero del rey puede ser un buen rey, o no serlo. Ésa es la cuestión. Porque el cargo de monarca no se reelige, ni caduca.

Si me dan a elegir yo diría como Conan Doyle: prefiero que me gobiernen los héroes.

martes, 7 de abril de 2009

La Semana Triste

Durante estos días de Pascua se produce una curiosa paradoja: mientras a todos los niveles es constatable que los asuntos religiosos cada vez van a menos, la Semana Santa cada vez va a más. El recuerdo que yo tengo de estas fiestas cuando era pequeño, en nada se parece a la imagen sobredimensionada de la Semana Santa actual. Cada año son más los pasos que recorren las calles, más el lujo de las andas, más variadas y numerosas las bandas que acompañan los pasos, más solemnes y lustrosos los portadores.

No es ningún secreto que muchos de los hermanos cofrades viven estas celebraciones con absoluto fervor y fe, pero también es cierto que algunos no pisan una Iglesia ni colaboran en causa solidaria alguna, sin embargo ahí están con sus túnicas planchadas, su porte orgulloso y sus gafas de sol. No seré yo, no obstante, quién critique esos comportamientos, allá cada cual con su forma de entender la religión.

Tampoco entiendo bien ese empeño continuo por mostrar imágenes de dolor y sufrimiento. Como si la figura de Cristo y de la Virgen se redujera al momento fatal de Su muerte. Los capuchones, las velas, el silencio, las lágrimas… Todo tan triste, tan lúgubre…

Yo creo que el mensaje de Jesús nunca fue triste, que su muerte fue terrible, como la de las miles de personas que en esa época eran crucificadas, pero que su ejemplo, con el que yo me quedo, tiene mucho más que ver con el perdón y el respeto a los demás, que con la corona de espinas.

Puestos a pensar en Cristo, prefiero imaginármelo jugando con unos niños o dialogando alegre con sus amigos o sanando enfermos, antes que crucificado y triste por las calles.

lunes, 30 de marzo de 2009

La bailarina


Hace unos años, en una celebración, coincidí con una niña pequeña que me llamó la atención, a pesar de tener pocos años, se pasó la mayor parte de la fiesta bailando. Nada le importaba las miradas de los demás, ni lo que pensaban los que se movían alrededor de ella, su único objetivo consistía en interpretar con su cuerpo lo que la música le transmitía.

Algunos años después volví a coincidir con ella. Me sorprendió esta vez que en cuanto comenzaron las primeras notas del baile, la niña huyó del salón y se refugió en un sillón apartada de todos. Cuando pude me acerqué a ella y le pregunté por el motivo de su enfado. ¿Acaso ya no te gusta bailar? No – me respondió – dicen que bailo igual que un pato.

Ignoro quien fue el culpable de truncar su carrera de bailarina, de amarrar con complejos su niñez de antaño, de hacerla mayor y encadenarla a aquel asiento gris. Sólo sé que sus ojos tristes en nada se parecían a los que tenía cuando, unos años antes, giraba una y otra vez sobre sí misma, libre como una peonza agitada al viento.

jueves, 19 de marzo de 2009

El valor de las cosas

En la canción que incluyo en esta entrada, Facundo Cabral dice que lo importante no es el precio sino el valor de las cosas. Desde los veinte años, he dedicado muchas horas de mi vida a escribir, o a pensar sobre lo que quería escribir. Tuve columna propia en un periódico, sección propia en una revista y escribí algunos libros, en la inmensa mayoría de las ocasiones nunca recibí dinero a cambio, y las pocas veces que lo hice, normalmente fruto de algún premio, el importe fue tan escaso que ni siquiera vale la pena mencionarlo.

Si se pudiera medir la relación entre el esfuerzo de la escritura y el rendimiento económico recibido de ese esfuerzo, nos encontraríamos ante un negocio ruinoso. A pesar de todo, sigo escribiendo, incansable al desaliento, porque afortunadamente en la vida hay cosas más importantes que el dinero, circunstancias que le dan color a los días, experiencias que te hacen crecer por dentro, sentimientos que no se pueden comprar.

Sólo los escogidos pueden intentar vivir de esto. Nuestra sociedad no premia estas singularidades. En los colegios e institutos se minusvaloran las capacidades relacionadas con la literatura, la música, la danza y todo lo que tenga que ver con las Bellas Artes. Parece como si el objetivo pedagógico de nuestro sistema educativo sea convertir a todos los alumnos en futuros universitarios y, si es posible, que culminen el recorrido como profesores o catedráticos. Pero, ¿qué sucede si en el ciclo formativo hay un bailarín, un pintor, o un escritor en potencia? Sencillamente, que deberá seguir el camino marcado, porque el sistema no contempla el apoyo de ese tipo de “tareas menores”.

Y eso que, a pesar de todo, tengo la sensación de que a nuestro mundo le iría mucho mejor si hubiera más bailarines que economistas, más escultores que promotores urbanísticos y más poetas que políticos.

Mientras tanto uno se habitúa a la contradicción que supone ganar dinero por lo rutinario y fácil, como si se avergonzara de no saber distinguir, en realidad, el precio y el valor de las cosas.


domingo, 8 de marzo de 2009

Digan lo que digan

Comenta la gente que me conoce, que con el asunto de la crisis económica me he convertido en un absoluto pesimista; que más que ver la botella medio vacía la veo absolutamente vacía y que me estoy dejando influir demasiado por algunos blogs que, a menudo, rayan en lo apocalíptico.

Puede que tengan razón. Yo creo que nos estamos acercando a un suceso que va a cambiar nuestra forma de actuar e incluso de convivir, que va a alterar nuestra escala de valores, pero eso no tiene porqué ser necesariamente malo.

Es verdad que con los años he perdido totalmente la fe en los políticos, que no me fío de los periodistas, ni de los economistas, ni de los obispos. Es verdad que cada vez me resulta más incomprensible que mientras una parte del mundo vive en la abundancia otra se muera de hambre… pero yo tengo fe en el ser humano.

Yo creo que hay más gente buena que mala, y creo que esa gente algo tendrá que decir ante la situación que se avecina. Creo que nuestra sociedad es manifiestamente mejorable, que debe existir un modo de gobierno que esté por encima de la forma de entender la política que existe ahora, donde parece que sólo vale el quítate tú para que me ponga yo. Creo que se pueden hacer las cosas con sentido de la responsabilidad, sin corrupción. Creo que si todas las personas de buena fe nos pusiéramos de acuerdo y comprendiéramos el poder de esa unión, podríamos ser capaces de cambiar el mundo.

No soy pesimista. Yo creo en el hombre bueno.



martes, 24 de febrero de 2009

Tarde de poemas

Hace poco más de un año falleció en Madrid el poeta Ángel González, desde entonces el mundo es mucho más feo. Ayer por la tarde, aprovechando que mis hijos estaban de vacaciones celebrando un carnaval que en mi ciudad no se celebra, estuve hablando con mi madre de poesía. Ella se había quedado anclada en los poemas de Bécquer o Machado, nada sabía de la poesía que hicieron los de su generación, los herederos de la guerra civil y la dictadura.

Yo llevaba dos libros, dos antologías poéticas: una de Ángel González y otra de José Hierro. Con cada poema que leíamos despacio, pausadamente, con detenimiento, el efecto que provocaba en ella y en mí era el mismo, un escalofrío que te hacía tiritar por dentro. Alguien, sin tantos remilgos estéticos como voy teniendo, diría que pasamos la tarde, mi madre y yo, estremecidos de belleza.
Os dejo un par de poemas, para abrir boca.


MUERTE EN EL OLVIDO (Ángel González)
Yo sé que existo
porque tu me imaginas.
Soy alto porque tú me crees alto,
y limpio
porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente,
y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie lo sepa.
Verán viva
mi carne,
pero será otro hombre-oscuro, torpe, malo- el que la habita...


VIDA (José Hierro)
Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito "Todo", y el eco dice "Nada"
Grito "Nada" y el eco dice "Todo"
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era nada)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada

domingo, 15 de febrero de 2009

La gloria


Hace unos años me invitaron a visitar el almacén en donde se amontonan los libros editados por la Diputación Provincial de Cáceres y desechados por diversas causas, huérfanos de lectores. Aquella sucesión de ejemplares, de entre los que mi primer libro de poesía formaba parte, era como un triste monumento a la lectura, como una sucesión de libros melancólicos. La humedad, el polvo y el olvido, eran los únicos compañeros de aquellas hojas. ¡Qué tristeza para sus autores pensar que el resultado de su inspiración, de su investigación, de sus desvelos, de sus ilusiones era aquel almacén desvencijado!

Durante la visita tuve a mi alcance muchos libros sobresalientes, pero yo iba a la búsqueda de unos en especial, hace años llegaron a mis manos ejemplares antiguos de la Revista Alcántara y sabía que en aquella nave debían refugiarse algunos números olvidados. No me fue difícil localizarlos. En realidad aquella revista, no tenía el formato típico de una revista sino más bien de un libro pequeño, en donde se hablaba de literatura, de historia, de pensamiento, de Extremadura… con el particular estilo y la forma de entender la cultura de mediados del pasado siglo.

(Hace años, en tiempos en los que la revista era dirigida por Marcelino Cardalliaguet, tuve la suerte de ser colaborador habitual de esta publicación, durante más de 5 años realicé la crónica cultural y en ocasiones participé con mis poemas o con el contenido de alguna esporádica conferencia, aunque soy consciente de que para entonces la revista ya no era lo que fue)

Releyendo uno de aquellos números antiguos, un escultor, ya fallecido pero todavía reconocible, hablaba con otro compañero sobre el hecho de que a través de sus obras habían alcanzado la gloria.

Tendría que haber hablado con él para saber cuál era su concepto de gloria, pero si realmente la gloria significaba para ellos algo así como el reconocimiento sino eterno si al menos de las generaciones venideras, debería decirles que se equivocaron.

Recuerdo leer algo parecido en una entrevista que le hicieron al escritor Francisco Umbral, en donde el empalagoso entrevistador le preguntaba: ¿Cómo ve el mundo alguien que, como usted, ha alcanzado la gloria? – y el escritor respondía complacido, que lo veía de tal o cual manera.

Pero el tiempo pasa, y la gloria no respeta a casi nadie, no sabe de endiosamientos, es tan efímera que lo devora todo en cuestión de escasos años.

¿Qué pensará la calavera, en otro tiempo altanera, del escultor, al saber que se dirige inexorablemente a la fosa del olvido? ¿Qué pensaría Umbral si hubiera sabido que la misma mañana de su entierro, no sólo su féretro no fue llevado en un carro tirado por caballos camino del cementerio, como él esperaba, sino que las portadas de la mayoría de los periódicos fueron copadas por la de un joven jugador de fútbol del Sevilla llamado Antonio Puerta?

La gloria para ellos fue como la fulana que les prometía amor eterno y que a la mínima les dejó plantados en medio de la nada.

miércoles, 4 de febrero de 2009

El pueblo

Dada la situación económica, casi caótica, a la que se está dirigiendo nuestra sociedad, algunos se plantean palabras mayores: refundar el sistema. Saben que ya no es posible volver a la situación anterior y es necesario replantear nuestro sistema de valores. Algo tan fácil de decir como difícil de cumplir.

He crecido con la idea impuesta de que nada podía imponerse frente al capitalismo, el comunismo fracasó y parece como si en su fracaso se llevara cualquier atisbo de rebeldía. Pero yo me niego a pensar así. Yo creo en el hombre libre, creo que debe haber otra forma de hacer las cosas, más justa, más equitativa, más razonable.

Hay un poema de Pablo Neruda, que yo conocí en la voz del gran Alfredo Zitarrosa, que se llama “El Pueblo” y que habla de tantos millones de personas que no son banqueros, ni futbolistas, ni actores famosos, ni militares, ni políticos, pero que forman esa marea abrumadora, anónima y mayoritaria que hicieron los caminos, labraron los huertos, construyeron los puentes, tejieron las telas y, cuando fue necesario, fueron los juguetes rotos en las manos de sus gobernantes.

Si toda esa masa gris, de la que formo parte, parara un momento y supiera distinguir lo que tiene valor de lo que no lo tiene, y supiera valorar en su medida lo que nos hace evolucionar como seres vivos, quizás, otro gallo nos cantaría.

El pueblo (Pablo Neruda)

De aquel hombre me acuerdo y no han pasado
sino dos siglos desde que lo vi,
no anduvo ni a caballo ni en carroza:
a puro piedeshizo
las distancias
y no llevaba espada ni armadura,
sino redes al hombro,hacha o martillo o pala,
nunca apaleó a ninguno de su especie:
su hazaña fue contra el agua o la tierra,
contra el trigo para que hubiera pan,
contra el árbol gigante para que diera leña,
contra los muros para abrir las puertas,
contra la arena construyendo muros
y contra el mar para hacerlo parir.

Lo conocí y aún no se me borra.
Cayeron en pedazos las carrozas,
la guerra destruyó puertas y muros,
la ciudad fue un puñado de cenizas,
se hicieron polvo todos los vestidos,
y él para mí subsiste,
sobrevive en la arena,
cuando antes parecía
todo imborrable menos él.

En el ir y venir de las familias
a veces fue mi padre o mi pariente
o apenas si era él o si no era
tal vez aquel que no volvió a su casa
porque el agua o la tierra lo tragaron
o lo mató una máquina o un árbol
o fue aquel enlutado carpintero
que iba detrás del ataúd, sin lágrimas,
alguien en fin que no tenía nombre,
que se llamaba metal o madera,
y a quien miraron otros desde arriba
sin ver la hormiga
sino el hormiguero
y que cuando sus pies no se movían,
porque el pobre cansado había muerto,
no vieron nunca que no lo veían:
había ya otros pies en donde estuvo.

Los otros pies eran él mismo,
también las otras manos,
el hombre sucedía:
cuando ya parecía transcurrido
era el mismo de nuevo,
allí estaba otra vez cavando tierra,
cortando tela, pero sin camisa,
allí estaba y no estaba, como entonces,
se había ido y estaba de nuevo,
y como nunca tuvo cementerio,
ni tumba,
ni su nombre fue grabado
sobre la piedra que cortó sudando,
nunca sabía nadie que llegaba
y nadie supo cuando se moría,
así es que sólo cuando el pobre pudo
resucitó otra vez sin ser notado.

Era el hombre sin duda, sin herencia,sin vaca, sin bandera,
y no se distinguía entre los otros,
los otros que eran él,
desde arriba era gris como el subsuelo,
como el cuero era pardo,
era amarillo cosechando trigo,
era negro debajo de la mina,
era color de piedra en el castillo,
en el barco pesquero era color de atún
y color de caballo en la pradera:
¿cómo podía nadie distinguirlo
si era el inseparable, el elemento,tierra, carbón o mar vestido de hombre?

Donde vivió crecía
cuanto el hombre tocaba:la piedra hostil
quebrada por sus manos,
se convertía en orden
y una a una formaron
la recta claridad del edificio,
hizo el pan con sus manos,movilizó los trenes,
se poblaron de pueblos las distancias,
otros hombres crecieron,
llegaron las abejas,
y porque el hombre crea y multiplica
la primavera caminó al mercadoentre panaderías y palomas.

El padre de los panes fue olvidado,
él que cortó y anduvo, machacando
y abriendo surcos, acarreando arena,
cuando todo existió ya no existía,
él daba su existencia, eso era todo.
Salió a otra parte a trabajar, y luego
se fue a morir rodandocomo piedra del río:
aguas abajo lo llevó la muerte.

Yo, que lo conocí,
lo vi bajando
hasta no ser sino lo que dejaba:
calles que apenas pudo conocer,
casas que nunca y nunca habitaría.
Y vuelvo a verlo, y cada día espero.
Lo veo en su ataúd y resurrecto.
Lo distingo entre todoslos que son sus iguales
y me parece que no puede ser,
que así no vamos a ninguna parte,
que suceder así no tiene gloria.

Yo creo que en el trono debe estar
este hombre, bien calzado y coronado.
Creo que los que hicieron tantas cosas
deben ser dueños de todas las cosas.
¡Y los que hacen el pan deben comer!
¡Y deben tener luz los de la mina!
¡Basta ya de encadenados grises!
¡Basta de pálidos desaparecidos!
Ni un hombre más que pase sin que reine.
Ni una sola mujer sin su diadema.
Para todas las manos guantes de oro.
¡Frutas del sol a todos los oscuros!

Yo conocí aquel hombre y cuando pude,
cuando ya tuve ojos en la cara,
cuando ya tuve la voz en la boca
lo busqué entre las tumbas y le dije
apretándole un brazo que aún no era polvo:

"Todos se irán, tú quedarás viviente.
Tú encendiste la vida.
Tú hiciste lo que es tuyo."

Por eso nadie se moleste cuando
parece que estoy solo y no estoy solo,
no estoy con nadie y hablo para todos:
Alguien me está escuchando y no lo saben,
pero aquellos que canto y que lo saben
siguen naciendo y llenarán el mundo.

martes, 27 de enero de 2009

Vetusta Morla

Los ochenta quedan ya demasiado lejos.