lunes, 30 de noviembre de 2009

Una charla inolvidable



La vida está llena de casualidades. Tengo un amigo informático, se llama Raúl Bordallo, y con él hablaba habitualmente de informática, aunque los que me conocéis sabéis perfectamente que no es, ni con mucho, de lo que más me apetezca hablar. Por temas profesionales nos estaba impartiendo un curso sobre un gestor de contenidos llamado Drupal, oscuro y enrevesado como él solo. En una de esas pausas para el café, no hablamos de informática sino de cultura y, curiosamente, resultó que él administraba una web de fomento a la lectura titulada Disfruta la lectura. También, mira por donde, hablamos de Hervás y de que él había estado alojado en el apartamento rural del hijo de uno de los escritores más conocidos de Extremadura: Víctor Chamorro. Yo le hablé de él, más tarde él habló de Víctor en su Web, y al final, entre unas cosas y otras, acabamos proponiendo a Víctor la realización de un encuentro, de una especie de entrevista, en la que me invitaron a participar.

El viernes pasado, tras concertar la cita con Teresa, su mujer, acudí solitario y puntual a Hervás, cargado con algunos aparatejos que, yo pensaba, me servirían para grabar la charla.

Aparqué junto al Ayuntamiento y enfilé su casa. Pulsé el timbre y apareció Teresa, afable y cariñosa, que me recibió con amabilidad, mientras yo depositaba mi trípode, mi cámara, mi ordenador y no se cuántos cablecitos más, en medio de la sala.

Víctor apareció al momento, sin que a mi me hubiera dado tiempo más que de esparcir el material. Le enseñé una publicación antigua, que yo poseía y que hablaba de ellos (sí, de él y de ella), les mostré mi último libro y sin más preámbulos me senté frente a la chimenea a conversar con él. Traté de conectar mi grabadora, que sólo una hora antes funcionaba a la perfección, y no pude. Traté de localizar el trípode en donde colocar mi cámara de video, pero no la encontraba por ninguna parte (y resultaba un tanto descortés ponerme a rebuscar en aquellas circunstancias). Así es que encendí la cámara, la deposité sobre una escalera, apuntando directamenet a nuestros zapatos y con el único objetivo de, al menos, servir como grabadora de sonidos.

Valiente entrevistador, pensaréis.

Al final, la charla, que yo pensaba que sería de una media hora, se alargó durante cuatro horas y media. Más de cuatro horas de intensa, inolvidable, vibrante conversación con un escritor admirable e íntegro.

Mi cámara dejó de grabar a la hora y media, pero en mi mente las palabras de Víctor Chamorro, su imagen, sus gestos, su complicidad, han quedado impresas como un privilegio más que me ha regalado la literatura, como un dulce recuerdo que espero mantener por el resto de mi vida.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Todo es mentira

Menos tu vientre,
todo es confuso.
Menos tu vientre,
todo es futuro
fugaz, pasado
baldío, turbio.
Menos tu vientre,
todo es oculto.
Menos tu vientre,
todo inseguro,
todo postrero,
polvo sin mundo.
Menos tu vientre,
todo es oscuro.
Menos tu vientre
claro y profundo.

Permitidme que empiece citando los versos que Miguel Hernández dedicó a su mujer embarazada, porque hoy es uno de esos días en los que los suscribo letra por letra. No siempre me pasa, pero a veces tengo la desagradable sensación de que todo lo que me rodea está lleno de falsedad, de que lo único puro, inquebrantable y limpio (o al menos así todavía lo siento) habita en lo más próximo, en lo más íntimo, que más allá de la propia familia todo es oscuro.

Es mentira la moda, es mentira la gastronomía, es mentira el gobierno, la justicia, los reyes, la oposición, la economía. Son mentira los premios, las televisiones, los hombres enchaquetados que me visitan, las grandes frases. Miente la estadística, miente el polígrafo, miente la prensa, mienten los genios, miente la miss, miente el futbolista, mienten los blogs. Todo es mentira…

martes, 10 de noviembre de 2009

El muro de Berlín

Ayer se pasaron todo el día conmemorando la caída del muro del Berlín. Con esa excusa se desplazaron decenas de periodistas a la ciudad alemana, haciendo conexiones y programas en directo. Cada vez se está imponiendo más esta extraña moda de trasladar periodistas de un sitio para otro bajo cualquier pretexto, como si no fuera suficiente la presencia del corresponsal de turno.

Yo recuerdo bien aquel día, eran otro tiempos. Por entonces yo tenía una radio multibanda, que habíamos comprado años antes en Ceuta, desde esa radio se sintonizaban emisoras extranjeras que emitían en castellano, como Radio Praga o Radio Moscú, que dedicaba buena parte de su programación a los oyentes cubanos. Durante aquel día, en ninguna de ellas se hizo referencia a la caída del muro, como si pensaran que su silencio sería capaz de detener el torrente que se les venía encima.

Ahora cuando pienso en aquello me vienen a la memoria dos canciones que siempre me gustaron y que hoy quiero compartir con vosotros. La primera de Sabina, que se titula, precisamente, El Muro de Berlín, habla, con cierto desencanto, de lo que supuso ideológicamente esa caída, tiene un cierto toque de tristeza y decepción, cuando dice aquello de:

No habrá revolución, es el fin de la utopía, ¡que viva la bisutería!



 
La segunda canción es un tema de Gabinete Caligari, se compuso un tiempo después, tal vez cuando Boris Yeltsin se encargó de desmantelar el partido comunista ruso (PCUS) y posteriormente la Unión Soviética. La canción repite en el estribillo “quién nos guiará”, reflejando esa sensación de orfandad ideológica que nos legó el final del siglo XX y que todavía perdura.


lunes, 9 de noviembre de 2009

Trazar sobre la superficie de un lago


En el manual básico de todo escritor llamado a tocar la gloria está la obligación de huir de aquello que huela a pueblo, a popularidad, a generalidad. El sabio escritor debe ser capaz de reparar en lo oscuro, en lo raro, en lo minoritario, y a la vez contarlo a los cuatro vientos para que los demás detecten su pelaje diferenciador y así lo asuman. El escritor erudito jamás lee superventas, los rechaza de plano, los subestima, piensa, y en eso es irreductible, que son de una calidad inversamente proporcional al número de ejemplares vendidos.

Todo escritor de mirada bohemia y penetrante ha de declararse, invariablemente, de izquierdas, aunque su concepción cultural y literaria sea rabiosamente clasista, elitista y diferenciadora.

El aspirante eterno a escritor consagrado olvida que el pueblo, ése al que dice defender desde el otro lado de la barrera, necesita de la poesía para nombrar las cosas, necesita de la literatura para comprender lo que le rodea, para comprenderse a si mismo. Y busca un compromiso, y busca una palabra que, o no la entiende, porque alguien se empeña en que no debe entenderla, o se le niega.

Literatura de apariencia, de pose, efímera, poesía escrita para ser leída sólo y únicamente por poetas.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Descansa en paz, Padrino Búfalo.




Uno de los hechos que te hacen recapacitar sobre tu edad es la muerte, cada vez más frencuente, de personas que de una u otra manera, han contribuido en ser lo que uno es.

Yo no sé cuantas películas de López Vázquez he visto a lo largo de mi vida. Supongo que las suficientes como para que su imagen sea parte consustancial de mis recuerdos cinematográficos.

Creo que su figura no ha sido suficientemente valorada. El paso del tiempo y el olvido son implacables, incluso para personajes como él. Hoy el telediario abrió con las noticias de esos políticos corruptos, envueltos en sus despreciables tramas, que en poco tiempo desaparecerán de la escena, la mayoría de ellos sin pagar por sus culpas. López Vázquez, por contra, que no fue la noticia de apertura, permanecerá como el reflejo permanente de una época extraña, de unas generaciones que trataron de dar color a las gris posguerra, de un conjunto de actores inolvidables como Fernán Gómez, Paco Rabal, Pepe Isbert, Tony Leblanc, Luis Escobar, Alfredo Landa... que poco a poco se van marchando.

Descansa en paz, Padrino Búfalo.