sábado, 29 de noviembre de 2008

El gol de mi hijo


El fútbol es parecido a un gusanito que una vez que se mete dentro es muy difícil echarlo fuera.

Mi hijo tiene ocho años, es un chico brillante y sorprendente, pero no es de esos chicos que parece que nacieron con un balón pegado al pie, no es de esos que desde pequeños se erigieron en líderes del grupo y golpean la pelota en el recreo como un mayor, de esos que uno diría que aprendieron a regatear desde la cuna.

Este año le había prometido que lo inscribiría en un equipo de fútbol.

Hace algunos días le dieron una camiseta con el número nueve, y con su nombre escrito en la espalda con caracteres góticos. Tras algunas semanas de tanteamiento hoy era el día señalado. Hoy comenzaba la liga.

Cuando me desperté él ya estaba en pie, y en cuanto me descuidé se había vestido con la equipación y estaba dispuesto para el combate.

Le regalé unas espinilleras que coloqué con mimo sobre sus piernas delgadas, pero fuertes. En el pabellón, rebosante de padres y de críos, le ajusté los cordones de sus botas y le dejé libre como un pajarillo, dispuesto a imitar en el calentamiento los gestos de los futbolistas que ve por la tele.

El partido estaba igualado, la mayoría de los padres, conocedores de las cualidades de nuestros hijos, temíamos que el resultado pudiera ser deshonroso. Pero los chicos, sorprendentemente, se defendían.

Fue un balón rebotado, mi hijo había salido de delantero titular, y se escapaba, no diré a trompicones, en dirección al área contraria, el balón le iba botando y a unos cinco o seis metros de la portería, enganchó una bolea a media altura que se coló como una palomita en el fondo de la portería rival.

Yo también juego al fútbol, pero ni en el mejor de mis goles, he celebrado un tanto como el de esta mañana de mi hijo.

Al final terminaron perdiendo por dos goles a uno, pero yo llevo todo el día con el gol de mi hijo en la cabeza. Me sorprendo a mi mismo sonriendo y exclamando en bajo ¡¡Cómo definió mi pequeño!!Y se me agranda la sonrisa al recordar su mirada, inmensamente alegre, que me buscaba entre todos los padres, como para darme las gracias.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Día Universal de la Infancia

Hoy es el Día Universal de la Infancia. Desde aquí brindo por un mundo en que ningún niño deba soportar la carga de ser maltratado, explotado, abusado o denigrado, brindo por un mundo en el que la palabra tolerancia, educación, salud, juego y felicidad se hagan realidad, y se proteja la infancia como el más profundo, trascendental y hermoso de nuestros tesoros.
Si alguien entró en este blog tras teclear palabras como "angels", "lolitas", "niños desnudos", "boylover", "preteens", "girlover", "childlover", "pedoboy", "boyboy", "fetishboy" o "feet boy", decirle que ha llegado al sitio equivocado, que tiene una vida miserable, que nunca entenderá lo que encierra la sonrisa de un niño y que la ley, tarde o temprano, le terminará cazando.

Mi recuerdo especial para Jeremy Vargas, Mari luz Cortes, Madelaine Mcann y todos los niños que tuvieron la desgracia de cruzarse en la vida con los más sucios criminales.

Haremos como Carlos Cano, les vengaremos cantádoles budú a los malnacidos que se los llevaron.

"Los que matan la luna
son los mismos de siempre
los que arrancan las flores
con sus botas de muerte
los que amargan la vida
y asesinan los sueños
que cantan los poetas
buscando un tiempo nuevo.
No gozan del amor,
ni tocan los tambores,
ni cantan el bolero,
ni pintan corazones
en los árboles verdes
ni en las playas de arena,
ni bailan el merengue
pa'echar fuera sus penas.

Merecumbé, merecumbé
un alacrán por la pared
merecumbé, merecumbá
por la pared va un alacrán
y el corazón con su aguijón
te comerá...
Merecumbé, merecumbé,
merecumbá."

domingo, 16 de noviembre de 2008

García Montero

Hacía 1991 andaba yo a la búsqueda de personas con las que hablar abiertamente de literatura, y fundamentalmente de poesía, fascinado como estaba por ese encuentro del que hablé en algún mensaje anterior.

Era un asiduo lector del suplemento cultural del ABC que se publicaba los viernes (ahora los sábados). Aquel suplemento era un magnífico escaparate de lo que se cocía en el ambiente cultural alejado de una ciudad provinciana, como la mía. Fue en esas hojas donde leí la convocatoria del premio de poesía Hiperión, supe de la leyenda que arrastraba, e incluso de la ubicación física de la librería que le daba nombre, y que se encontraba no muy lejos de la Puerta de Alcalá.

Aprovechando que mis tíos y mi abuela vivían en Madrid acudí aquella Navidad, vestido con un largo abrigo, a la librería en cuestión. En mi tierna ingenuidad, llevaba anotada la compra de varios libros: Obras completas de Neruda, Antología de Heine, de Oliverio Girondo y el Diario Cómplice de Luís García Montero.

Viene esto a colación de la polémica que ha surgido en la Universidad de Granada, por las luchas intestinas surgidas entre el poeta y otro profesor de la misma universidad. El resultado es que García Montero ha decidido apartarse voluntariamente de sus clases y abandonar la universidad.

Tuve la oportunidad de saludarle en persona durante un encuentro poético organizado por la UEX y en el que participaba su mujer: Almudena Grandes. Cuando estreché su mano, noté la mano cálida de un hombre que, sonriendo, era capaz de encontrar la belleza en lo que miraba.

Desde aquí mi apoyo absoluto hacia su persona, y mi admiración entregada hacia su obra. Sea donde sea el destino que le lleve, en ese barco quiero yo también ser pasajero.
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RECUERDA QUE TÚ EXISTES TAN SÓLO EN ESTE LIBRO...
Recuerda que tú existes tan sólo en este libro,
agradece tu vida a mis fantasmas,
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gentes que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono
se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace
sabemos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira.
Recuerda que yo existo porque existe este libro,
que puedo suicidarnos con romper una página.
Luis García Montero

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Yes, we can


Hoy nos hemos desayunado con la buena noticia de que Barack Obama ha ganado las elecciones en Estados Unidos, confieso que ya hace tiempo que había perdido mi confianza en las buenas gentes de aquel país, pero el legado de Bush ha sido tan lamentable que resultaba casi impensable otro resultado.

Mis simpatías hacia Obama. Está claro que él encarna mejor que nadie la posibilidad de un cambio en la forma de actuar de Estados Unidos, y ese cambio sólo puede ser para mejor. Hoy, mientras iba a trabajar, tenía la sensación de que, ahora sí, habíamos entrado en el siglo XXI.

Llevo oyendo desde hace algunas semanas a varios analistas políticos y económicos que habíamos llegado al fin de un ciclo, y de la necesidad de reformar (algunos dicen refundar) las bases del capitalismo. Estoy a favor, es más, para mí no sólo es necesario refundar el capitalismo, sino que también sería magnífico si se pudiera refundar el socialismo, y refundar la democracia y la forma de hacer política. Basta ya de que se use a los votantes como mercancía que se maneja y usa cada cuatro años, necesitamos pensar en políticos que crean en el ser humano, que apuesten por el progreso de la sociedad y no por el progreso propio y la destrucción del adversario.

He tenido oportunidad a lo largo de mi vida de hablar con muchos políticos (de acuerdo, la mayoría de ellos políticos de tercera) como para tener una imagen clara de ellos: la mayoría son los supervivientes de guerras intestinas, de navajazos explícitos entre supuestos compañeros hasta ocupar el puesto que ocupaban, para, una vez allí, intentar perpetuarse a toda cosa. Los más hábiles se adueñan de discursos grandilocuentes y vacíos, cargados de frases hechas, de palabras rimbombantes, de vaguedades. Conseguido el escaño, el trabajo consiste en votar lo que tu grupo proponga y oponerte por sistema a lo que surja de los otros grupos, en caso contrario corres el riesgo de ser expulsado y acusado del peor de los pecados, que no es el de no servir a los intereses de los ciudadanos, sino el de no servir a los intereses de tu partido. El resultado final poco o nada tiene que ver con las promesas realizadas a sus votantes, pero eso parece que a nadie le importa. Unan a ello que el poder les engancha, les hace ser admirados, envidiados e incluso temidos, que el poder a menudo corrompe, y que una vez que se prueba es muy difícil desengancharse. Mis políticos de tercera a menudo vivían de la política, o su vida profesional era mucho más simple y vacía como para arriesgarse a pasar el invierno lejos del calor del escaño. Como consuelo y justificación se nos llena la boca con la palabra “democracia”, que es la panacea en la que navegamos todos, pero mi opinión es que en esas condiciones para poco vale.

Yo tengo muy claro cuales son mis orígenes y cual es mi ideología, lo que tengo más difícil es saber quiénes, actualmente, representan esas ideas. Curiosamente, si hecho la vista atrás, la persona a quien he escuchado un discurso más comprometido, más ambicioso socialmente hablando, no ha sido a un concejal, ni a un diputado, ni a un consejero, sino a un cura. Es cierto que yo no soy especialmente religioso, pero con motivo del bautizo de mi hija, me acerqué a una parroquia de esas que están en manos de curas distintos (yo los asocio a los teólogos de la liberación que tanto abundaron en Sudamérica hace unos años, aunque supongo que a ellos tal asociación no les haría gracia). Allí hablaban de igualdad, de solidaridad, criticaban el consumismo. la superficialidad, la hipocresía… pero lo hacían desde su ejemplo y su compromiso diario, y de esa forma era fácil creerles. En ocasiones me daban a entender la sensación de que el cristianismo como ellos lo practicaban (tan alejados de la moral y el lujo que se irradia desde el Vaticano) era una magnífica excusa para cambiar el mundo.

Cambiar el mundo.

Mientras llega ese día, prometo dejar junto al puñado de esperanzas que deposité en Lula, otro cuarto y mitad que depositaré sonriente, en la figura de Obama. Que es tiempo de vivir y de soñar y de creer que tiene que llover a cántaros.